Diario de la Doctora Miss Love: Día Internacional por la no violencia y la paz

no_la_guerra¡Buenos días, Loves! ¿Qué tal estáis hoy? Ya llevamos un tiempo en el 2015 y espero que haya sido para bien. Decían que el 2015 sería un buen año en general así que esperemos que sea así porque si no… eso de devolverlo no nos vendría mal, ¿a que sí?

Hoy os quiero comentar un día especial para muchos, en todo el mundo. Se trata del Día Internacional por la no violencia y la paz. Es un día que muchos califican que solo es para los colegios (porque dicen de él que es día escolar) pero por lo que sé son muchos los que celebran el día de la paz el 30 de enero así que aquí me tienes comentándolo un poco. Por eso de que, en el amor, hágase la paz y no la guerra… Que digo yo que eso sería en otra época porque ahora son cada vez más las parejas que se están pasando del sexo vainilla, entiéndase como tal un sexo donde no hay sitio para el dolor, para ese sexo donde se experimenta, se prueba y se hacen cosas diferentes, ya sea de un día para otro o bien en el mismo día. Sigue leyendo

Relato erótico: MILAGROS (EL DESQUITE) (III Concurso Dolce Love)

dormidaCuando desperté todavía estaba dormida en el sofá. Intenté levantarme pero resbalé en el sudor de la noche o, lo que es más probable, en un poquito de vino derramado. Quiero exprimir el sol ácido. Me gusta verla así: abstraída del mundo, de lo que todos nos ponemos de acuerdo en llamar “realidad”; respira con mucha tranquilidad. Olvidó quitarse las gafas y los tacones pero, aun así, se ve muy cómoda: sonríe en su sueño. Llevo mi rostro al suyo lo suficientemente cerca para sentir su aliento pero teniendo cuidado de no despertarla. Paso mi nariz por todo su cuerpo, comenzando por el cuello, y cuando llego a su ombligo —que está descubierto— ella parece estremecerse: cierra las piernas como si quisiera tener el mundo entero entre sus rodillas. No entiendo cómo después de una noche de tragos puede oler tan bien.
Me emociono mucho: siento una canción de Motorhead en mi corazón, en mi sangre, en todo mi cuerpo. Tal vez es la resaca o, quizá, es esa faldita que me deja intuir sus secretos; sus medias negras, la forma en que descansa. Confieso que me excita mucho la forma en que habla de sí misma: con toda esa herencia cristiana y sus convencionalismos medievales en los que para poder echarte un polvo tenías que agradecerle a dios… y dios no se enojaba ¿cierto?… Pero saquemos a dios, con su mirada totalitaria de escritorzuelo tradicionalista y su vocación de chismoso, de este instante, el único que importa. Sigue leyendo